¿Por qué no debemos lavar los huevos con agua?

Aunque lavar los huevos con agua puede parecer una práctica higiénica, en realidad es un hábito que puede comprometer tu seguridad. Te contamos por qué este simple gesto puede ser contraproducente.

Huevos
Huevos en su estado natural, protegidos por su cáscara y cutícula, una barrera natural que no debe alterarse para garantizar su seguridad alimentaria.

Cuando compramos huevos frescos en el supermercado o en el mercado local, es común que nos preguntemos si debemos lavarlos antes de almacenarlos o usarlos en la cocina. Y aunque la limpieza de los huevos puede parecer una tarea higiénica y necesaria, en realidad, es más contraproducente de lo que crees.

La cáscara del huevo y su función protectora

La cáscara del huevo es una barrera natural que protege el contenido del huevo, pero también permite el intercambio de gases entre el interior y el exterior. Está compuesta por aproximadamente el 95% de carbonato cálcico, lo que la hace rígida pero también porosa. Esta porosidad permite la entrada de oxígeno y la salida de dióxido de carbono, facilitando el desarrollo del embrión en caso de que el huevo sea fecundado.

Por esta razón, la naturaleza ha dotado a los huevos de una capa protectora adicional, conocida como "cutícula". Esta película es una capa delgada de proteínas que recubre la cáscara del huevo y actúa como una barrera contra los microorganismos. La cutícula no sólo protege al huevo de los agentes patógenos, sino que también ayuda a evitar que el huevo se deshidrate y pierda su frescura.

¿Qué ocurre cuando lavamos el huevo?

El principal problema de lavar los huevos con agua es que la acción de frotar o sumergir el huevo en agua puede dañar esta capa protectora externa. Cuando se elimina la cutícula, se expone la cáscara a los agentes patógenos, como las bacterias, que pueden penetrar más fácilmente en el interior del huevo a través de los poros. Esto aumenta el riesgo de contaminación por bacterias como la Salmonella, que pueden causar intoxicaciones alimentarias.

Por otro lado, si lavamos el huevo también podemos provocar involuntariamente que las bacterias presentes en la cáscara del huevo se desplacen hacia el interior, especialmente si el agua que usamos es más caliente que la temperatura del huevo. Esto crea un vacío en la cáscara, lo que facilita la entrada de bacterias hacia el interior del huevo.

Además, si no se secan adecuadamente los huevos después de lavarlos, se crea un ambiente húmedo que favorece el crecimiento de microorganismos.

La industria del huevo y las normas de seguridad alimentaria

En muchos países, la propia industria del huevo regula su seguridad. Por ejemplo, en Estados Unidos, los huevos se lavan para eliminar la suciedad y luego se les aplica una capa protectora de aceite u otros productos para evitar su contaminación, por lo que no requieren un segundo lavado en casa. En cambio, en Europa no se permite lavar los huevos antes de su venta para mantener intacta la cutícula natural.

Cómo manipular los huevos en casa de forma segura

Por todo ello te preguntarás cómo debes actuar en casa. Y es que para garantizar la seguridad de los huevos sin necesidad de lavarlos, existen algunas recomendaciones simples que podemos seguir:

  1. Almacenaje adecuado: Guarda los huevos en un lugar fresco y seco, preferiblemente en la nevera, para ralentizar la proliferación de bacterias.
  2. Revisa la cáscara: Si el huevo tiene suciedad visible, puedes limpiarlo con un paño seco o una esponja suave sin mojarlo. Si el huevo está muy sucio, descártalo para evitar riesgos.
  3. Cocción adecuada: Asegúrate de cocinar bien los huevos, ya que la cocción a temperaturas altas mata las bacterias que puedan estar presentes en la cáscara o en el interior del huevo.
  4. Evita romper el huevo en superficies sucias: Asegúrate de que los utensilios y las superficies con las que entren en contacto los huevos estén limpios para prevenir la contaminación cruzada.