El cambio climático amenaza la sostenibilidad del espacio: la basura satelital podría aumentar dramáticamente
Un estudio del MIT revela que las emisiones de gases de efecto invernadero están alterando la atmósfera superior, reduciendo la capacidad de la órbita terrestre baja y aumentando el riesgo de colisiones espaciales.

Los efectos del cambio climático no solo impactan la Tierra, sino también el espacio cercano. Ingenieros aeroespaciales del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han descubierto que las emisiones de gases de efecto invernadero están provocando la contracción de la termosfera, una capa crítica de la atmósfera donde orbitan satélites y la Estación Espacial Internacional.
Esta reducción disminuye la resistencia atmosférica, una fuerza natural que arrastra los satélites viejos y otros desechos espaciales hacia altitudes más bajas, donde eventualmente se queman al entrar en contacto con la atmósfera más densa. Al reducirse esta resistencia, la basura espacial podría permanecer en órbita durante décadas, acumulándose y aumentando el riesgo de colisiones.
Este hallazgo plantea un desafío para la industria aeroespacial, que en los últimos años ha experimentado un crecimiento sin precedentes con el lanzamiento masivo de satélites destinados a la provisión de Internet de banda ancha, telecomunicaciones, navegación y otros servicios esenciales.
"Nuestro comportamiento con los gases de efecto invernadero en la Tierra está teniendo un efecto en cómo operaremos los satélites en los próximos 100 años", señala Richard Linares, profesor asociado en el Departamento de Aeronáutica y Astronáutica del MIT. "Si no gestionamos esta actividad con cuidado y trabajamos para reducir nuestras emisiones, el espacio podría quedar demasiado abarrotado, lo que provocaría más colisiones y desechos".
La termosfera en peligro
La termosfera, la región de la atmósfera que se extiende entre los 80 y los 600 kilómetros de altitud, es clave para el mantenimiento del equilibrio en la órbita terrestre baja. Naturalmente, esta capa se contrae y expande en ciclos de 11 años en respuesta a la actividad solar. Cuando el Sol está en una fase de baja actividad, la termosfera se enfría y se encoge; en períodos de mayor actividad, se expande nuevamente.
Sin embargo, los científicos han detectado que esta contracción se ha intensificado y no sigue solo el ciclo solar, sino que también está siendo afectada por el aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre.

En la década de 1990, los investigadores ya se preguntaban cuál sería el impacto de estos gases en la termosfera. Modelos preliminares indicaban que, aunque los gases de efecto invernadero atrapan calor en la atmósfera baja, en altitudes mayores tienen el efecto contrario: irradian calor y enfrían la termosfera, provocando su contracción. Con el tiempo, esta reducción ha llevado a una menor densidad atmosférica en la órbita baja, lo que, a su vez, disminuye la resistencia que normalmente hace que los satélites en desuso y los desechos espaciales sean eliminados.
"El cielo se está cayendo, solo que a un ritmo que se extiende por décadas", advierte William Parker, autor principal del estudio y estudiante de posgrado en el MIT. "Podemos comprobarlo observando cómo está cambiando la resistencia de nuestros satélites".
Un espacio cada vez más congestionado
Actualmente, más de 10.000 satélites orbitan la Tierra, y se espera que esta cifra siga aumentando en los próximos años debido al crecimiento del sector aeroespacial. Empresas privadas como SpaceX, Amazon y OneWeb han lanzado miles de satélites para crear megaconstelaciones destinadas a ofrecer conexión global. No obstante, este crecimiento también ha generado preocupaciones sobre la congestión orbital y el aumento de riesgos de colisión.
Los operadores de satélites ya deben realizar maniobras periódicas para evitar colisiones. Sin embargo, si la termosfera sigue encogiéndose y la basura espacial se mantiene en órbita por más tiempo, el problema podría volverse insostenible. Una colisión en el espacio puede generar cientos o miles de fragmentos que permanecerán flotando en órbita durante años o incluso siglos, poniendo en peligro a futuros satélites y misiones espaciales.
El estudio del MIT enfatiza la necesidad de tomar medidas urgentes para gestionar la proliferación de satélites y mitigar los efectos del cambio climático en la atmósfera superior.
Si no se actúa a tiempo, el espacio podría volverse tan congestionado que futuras misiones y operaciones satelitales estarían en serio riesgo. Para evitar un futuro caótico en la órbita terrestre baja, los expertos sugieren estrategias como mejorar la regulación del tráfico espacial, diseñar satélites con tecnologías de autodestrucción al final de su vida útil y, sobre todo, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que están alterando la dinámica de la atmósfera superior.
Referencia de la noticia:
William Parker, Greenhouse gases reduce the satellite carrying capacity of low Earth orbit, Nature Sustainability (2025). DOI: 10.1038/s41893-025-01512-0. www.nature.com/articles/s41893-025-01512-0