La espina dorsal de la evolución: cómo la columna vertebral transformó a las ballenas y delfines
Un estudio revela cómo la columna vertebral de estos mamíferos marinos se reorganizó para optimizar su nado, con más regiones en la cola que en el torso
Imagina que eres un explorador submarino y te encuentras cara a cara con una majestuosa ballena jorobada o un amistoso grupo de delfines. Mientras observas sus movimientos elegantes y poderosos, quizás no te des cuenta de la compleja ingeniería que se esconde detrás de cada aletazo.
Bajo esa piel suave y lisa se encuentra un esqueleto perfectamente adaptado a la vida acuática, y su columna vertebral es una de sus piezas más importantes.
¿Cómo pasaron de caminar en tierra a nadar con elegancia en el océano? ¡Es una historia fascinante de transformación ósea y evolución!
De la tierra al mar, un cambio radical
Hace millones de años, los ancestros de las ballenas y los delfines eran mamíferos terrestres de cuatro patas que habitaban cerca de cuerpos de agua.
Un reciente estudio publicado en la revista Nature Communitations muestra clara evidencia de cómo se reorganizaron las columnas vertebrales de estos mamíferos marinos cuando sus antepasados se adaptaron a la vida en el agua.
Las vértebras, que antes eran cortas y robustas, se alargaron y volvieron más flexibles para permitir los movimientos ondulatorios necesarios para nadar.
Además, la región lumbar, que en los mamíferos terrestres está asociada con la locomoción cuadrúpeda, se redujo significativamente en los cetáceos.
La columna vertebral: más que un soporte
En los cetáceos, la columna vertebral cumple funciones muy diferentes a las de sus ancestros terrestres.
Otra función importante de la columna vertebral en los cetáceos es la de permitir una gran variedad de movimientos, como la flexión lateral, la torsión y la extensión, lo que les facilita realizar tareas como la caza, la comunicación y la reproducción.
“Cuantas más vértebras tengan, mayor es la capacidad de controlar los movimientos específicos en la cola”, explica Amandine Gillet, una de las autoras del estudio en una nota de la Universidad de Harvard, institución que participó de esta investigación.
Regiones vertebrales y estilos de vida
Este nuevo estudio plantea la hipótesis de las "Regiones Anidadas", la que propone que la columna vertebral de los cetáceos está dividida en diferentes regiones, cada una con una función específica.
Estas regiones varían en número y tamaño según la especie y están relacionadas con el hábitat y el estilo de vida del animal:
- Ballenas jorobadas: Estas majestuosas criaturas habitan en los océanos abiertos y se alimentan de pequeños crustáceos. Su columna vertebral presenta una gran flexibilidad en la región caudal, lo que les permite realizar saltos espectaculares y generar las grandes burbujas que utilizan para capturar a sus presas.
- Orcas: Estos depredadores viven en una gran variedad de hábitats, desde los océanos polares hasta las aguas tropicales. Su columna vertebral es más rígida que la de las ballenas jorobadas, lo que les proporciona mayor estabilidad y potencia para la caza.
- Delfines: Los delfines son animales muy sociables y ágiles. Su columna vertebral les permite realizar movimientos rápidos y precisos, lo que les facilita la caza, la comunicación y el juego.
La transición del medio terrestre al acuático obligó a los cetáceos a adaptar su esqueleto para sobrevivir.
Durante este proceso, perdieron el sacro –hueso que conecta la pelvis con la columna en los mamíferos terrestres– y adaptaron las vértebras de la cola para hacerlas más planas y así poder nadar mejor.
Cada movimiento, cada aletazo, es posible gracias a una columna vertebral que se adaptó de manera única para convertir a estos espectaculares mamíferos del océano en verdaderos maestros del nado.
Referencia y fuentes de la noticia:
- Gillet, A., Jones, K.E. & Pierce, S.E. Repatterning of mammalian backbone regionalization in cetaceans. Nature Communications. (2024).
- Universidad de Harvard. How whales and dolphins adapted for life on the water. Publicado en The Harvard Gazette.