Morir hoy, revivir en 200 años: cómo es y cuánto cuesta la criopreservación de un ser humano
La tecnología para congelar un cuerpo humano recién fallecido con la intención de revivirlo cientos de años, existe. Está disponible para todo aquel que tenga una buena suma de dinero y una generosa cuota de fe en la ciencia.
La criogenia es la técnica que utiliza bajísimas temperaturas para conservar material biológico en el tiempo. Hace años que se utiliza sobre óvulos, esperma y tejidos. Sin embargo, cada vez son más las empresas que ofrecen el “servicio de extensión de vida” para los seres humanos.
La compañía alemana Tomorrow Biostasis es la primera en Europa en ofrecer el servicio de congelar personas recién fallecidas. Ya cuenta con 4 cuerpos en estado de criopreservación y 400 personas han adquirido los planes que la empresa dispone.
La criogenia de Tomorrow Biostasis consta de tres pasos principales. Mantener el cadáver en hielo apenas fallece. Luego, drenar la sangre e inyectarle sustancias anticongelantes, proceso que se llama vitrificación.
El médico Emil Kendziorra, que fundó la compañía en 2019, aseguró que busca "construir un mundo donde las personas puedan elegir cuánto tiempo vivir, independientemente de dónde se encuentren, quiénes sean y sus recursos financieros".
Cientos de personas criopreservadas en el mundo (que no son Walt Disney)
Desde 1967, quinientas personas se han sometido a esta técnica y actualmente 377 permanecen en estado de muerte suspendida. Otras 5000 integran las listas de inscriptos para someterse al tratamiento.
Las principales empresas de criopreservación se encuentran en Estados Unidos, China y Rusia.
Por ahora, nadie puede asegurar cómo ni cuándo la ciencia podrá revivir a un ser humano, volverlo a su temperatura y que el organismo funcione con normalidad.
Así lo admiten en Tomorrow Biostasis: “Actualmente, no es posible revivir a un ser humano después de haber sido criopreservado, pero no hay ninguna razón biológica fundamental por la que no sea posible revivirlo".
"Ya sean 50, 75, 100 años o más, nuestros pacientes permanecerán criopreservados durante el tiempo que sea necesario para que la tecnología futura avance lo suficiente como para hacer posible la reanimación”, afirma la compañía en su sitio.
Cómo contratar el servicio de guardia para resucitar
La compañía ofrece dos tipos de servicios. Preservar el cuerpo entero, por la suma de 200 mil euros; o conservar solamente el cerebro, por 60 mil euros.
Quien accede al servicio debe pagar un abono mensual que cubre una guardia de 24 horas. Esta guardia asistirá de inmediato al cliente en caso de fallecimiento, para iniciar el procedimiento en menos de una hora después del deceso.
Adquirir el servicio parece tan sencillo como contratar el seguro del auto, o incluso más. El interesado debe completar una “calculadora de planes”, indicando su edad actual, el tipo de criopreservación que prefiere (cuerpo entero o cerebro) y en qué plazo desearía reanimarse. El monto del abono mensual ronda los 50 euros.
Inmediatamente, un representante comercial envía un correo electrónico para pautar una reunión y conversar detalles.
Controversias: la ética de desafiar a la muerte
Lógicamente, esta práctica genera múltiples controversias. Además del hecho de que aún no se ha demostrado que sea posible devolver la vida y funcionalidad a un organismo completo, subyace la pregunta sobre si éticamente es conveniente hacerlo.
Muchos científicos señalan que, aunque la criopreservación es viable para células y pequeños tejidos, aplicar la misma técnica a cuerpos completos es una tarea monumental que la medicina actual no puede resolver.
Algunos críticos argumentan que invertir en tecnologías para preservar la vida futura podría desviar recursos de problemas más urgentes de salud pública. Otros plantean cuestiones sobre la identidad y la calidad de vida de una persona reanimada después de un largo período de criopreservación.
En 2015, Matherym Naovaratpong, una niña asiática de solo dos años se convirtió en la persona más joven en ser criopreservada.
Luego de un diagnóstico de cáncer cerebral, sin cura, sus padres decidieron optar por la criogenia, con la esperanza de que futuros avances médicos puedan algún día devolverle la vida y curar su enfermedad. En su caso, sólo se preservó el cerebro.
El caso exhibe tanto las esperanzas como las controversias que rodean a la criogenia, y revela preguntas sobre el futuro de esta tecnología y el deseo humano de desafiar las fronteras de la mortalidad.