¿Por qué no recordamos cosas de nuestra infancia? Unos psicólogos de la Universidad de Yale revelan los motivos
¿Y si tus primeros recuerdos no estuvieran perdidos, sino simplemente bloqueados? Aunque aprendemos a hablar, caminar y reconocer el mundo a una velocidad sorprendente en nuestros primeros años, la mayoría de nosotros no guarda recuerdos claros de esa etapa.

A pesar de que durante nuestros primeros años de vida aprendemos a una velocidad asombrosa a caminar, a hablar y a reconocer rostros y objetos, cuando llegamos a la adultez, apenas conservamos recuerdos concretos de esa etapa.
Este fenómeno, conocido como amnesia infantil, ha sido atribuido durante décadas a la inmadurez del hipocampo, una estructura cerebral esencial para la formación de recuerdos. Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad de Yale ha arrojado nueva luz sobre esta aparente paradoja.
El hipocampo, más activo de lo que creíamos
La investigación, liderada por el psicólogo Nick Turk-Browne y publicado en la revista Science, utilizó resonancia magnética funcional para analizar la actividad cerebral de 26 bebés de entre 4 y 25 meses. Los pequeños fueron expuestos a imágenes de rostros, objetos y escenas mientras sus cerebros eran escaneados. Más tarde, se les mostraron de nuevo algunas de esas imágenes junto con otras nuevas.
Hippocampal encoding of memories in human infants. Great to see this important study out now in @ScienceMagazine from the lab of Nicholas Turk-Browne @Yale @CIFAR_News https://t.co/ZIhglhYpQM pic.twitter.com/pVJC8ksahf
— Anil Seth (@anilkseth) March 22, 2025
Según los resultados del estudio, cuando el hipocampo de los bebés mostraba una mayor actividad al ver una imagen por primera vez, era más probable que prestaran más atención a esa misma imagen al verla de nuevo. Este comportamiento sugiere que los bebés no solo perciben el entorno, sino que también son capaces de codificar recuerdos desde muy temprana edad.
Además, se observó que la codificación de la memoria ocurre principalmente en la parte posterior del hipocampo, la misma región que en adultos se asocia con la memoria episódica, es decir, la capacidad de recordar eventos concretos situados en un contexto espacio-temporal.
Si los bebés codifican recuerdos, ¿por qué no los recordamos?
Esta es la gran pregunta que el estudio intenta responder. Una posible explicación es que estos recuerdos simplemente no se almacenan a largo plazo. No obstante, la hipótesis que cobra más fuerza entre los investigadores es que estos recuerdos sí persisten, pero se vuelven inaccesibles con el tiempo.
Turk-Browne señala que estudios con roedores muestran que los recuerdos tempranos pueden "reaparecer" si se estimula directamente el engrama correspondiente en el hipocampo. El engrama es una red específica de neuronas que almacena un recuerdo. Si esta red se reactiva, la memoria asociada puede recuperarse, incluso si parecía perdida.

Este hallazgo abre la puerta a la posibilidad de que muchas de nuestras primeras vivencias estén almacenadas en algún lugar del cerebro, aunque no podamos acceder conscientemente a ellas en la edad adulta.
¿Cómo estudiar la memoria de los bebés?
Medir la memoria en bebés no es tarea fácil. Como no pueden expresarse verbalmente, los investigadores utilizaron la técnica de observación preferencial, un método que se basa en cuánto tiempo un bebé fija la mirada en un estímulo. Según los autores, uno de los retos fue evitar que otros factores influyeran en el comportamiento de los pequeños, como el color o el movimiento de las imágenes.
Los resultados de esta investigación podrían tener un impacto significativo en el estudio de trastornos del desarrollo cognitivo. Si los bebés ya cuentan con una capacidad activa de codificar memorias, esto ayudaría a entender cómo aprenden tan rápido en tan poco tiempo. ¿Quién sabe? Quizás un día, con los avances en neurociencia, podamos abrir esa puerta cerrada y recuperar fragmentos de nuestra primera infancia que hoy yacen en el olvido.
Referencia de la noticia:
Tristan S. Yates et al., Hippocampal encoding of memories in human infants. Science 387,1316-1320 (2025). DOI: 10.1126/science.adt7570