¿Pueden las articulaciones predecir el clima o es solo un mito popular? Esto dice la ciencia

Muchas personas aseguran sentir más dolor cuando se acerca una tormenta o bajan las temperaturas. ¿Es un mito o hay ciencia detrás de esta creencia? Te contamos qué dice la evidencia y si tu rodilla realmente pronostica la lluvia.

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Muchas personas aseguran que los dolores en las articulaciones anticipan la lluvia.

Desde hace siglos, muchas personas aseguran que sus articulaciones les avisan cuando va a cambiar el tiempo meteorológico. Algunos sienten dolor en una rodilla antes de que llegue la lluvia, otros experimentan mayor rigidez en alguna articulación con la llegada del frío.

Esta creencia está tan arraigada que casi parece una verdad incuestionable. Pero, ¿hay evidencia científica que la respalde?

La presión atmosférica y su efecto en el cuerpo

Uno de los factores más estudiados en esta relación es la presión barométrica, es decir, la fuerza que ejerce el aire sobre nosotros. Aunque no la notemos, esta presión cambia con la altura y con los sistemas meteorológicos. Cuando la presión es alta, el tiempo suele ser estable; cuando baja, llegan las lluvias y la humedad.

Las articulaciones son estructuras complejas, amortiguadas por líquido sinovial y rodeadas de nervios sensibles a cualquier cambio. En condiciones normales, funcionan sin problemas, pero cuando hay daño en el cartílago (como en la osteoartritis) o inflamación (como en la artritis reumatoide), cualquier variación puede sentirse con más intensidad.

¿La ciencia lo respalda?

Algunas investigaciones sugieren que la presión atmosférica podría influir en el dolor articular. Una teoría plantea que cuando la presión baja antes de una tormenta, los tejidos inflamados se expanden levemente, presionando los nervios y aumentando el dolor. Por otro lado, cuando la presión sube rápidamente, podría comprimir los tejidos sensibles y también generar molestias.

Se cree que cuando la presión barométrica baja, como ocurre antes de una tormenta, los tejidos blandos que rodean las articulaciones se expanden. Esta expansión puede ejercer presión sobre los nervios y las articulaciones, lo que provoca dolor.

Un estudio de 2007, publicado en el American Journal of Medicine, encontró una leve pero significativa correlación entre la caída de la presión barométrica y el aumento del dolor de rodilla en pacientes con osteoartritis. Sin embargo, una revisión de 2011 en Arthritis Research & Therapy indicó que los efectos no son universales: mientras algunas personas reportaron mayor dolor con baja presión, otras no notaron cambios o incluso se sintieron peor con presión alta.

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Según los estudios, las articulaciones podrían ser sensibles a cambios en la presión o en las temperaturas.

Un estudio más reciente, realizado en 2019 bajo el nombre Cloudy with a chance of Pain ("Nublado con posibilidad de dolor"), analizó datos de una aplicación en la que miles de personas registraron sus molestias junto con las condiciones meteorológicas. Los resultados mostraron una asociación moderada entre la caída de la presión y el aumento del dolor, pero también revelaron que cada persona reacciona de manera diferente.

Otros factores meteorológicos en juego

El frío también puede desempeñar un papel importante en el dolor articular. Las bajas temperaturas provocan que los músculos se contraigan y se vuelvan más rígidos, lo que reduce la flexibilidad y aumenta el riesgo de molestias. Además, los ligamentos y tendones pueden perder elasticidad, haciendo que el movimiento sea más difícil.

Otro factor es la circulación sanguínea. Con el frío, los vasos sanguíneos se contraen para conservar el calor en órganos vitales, lo que puede reducir el flujo de oxígeno y nutrientes a las articulaciones. Esto podría contribuir a la acumulación de sustancias inflamatorias, empeorando el dolor en quienes ya tienen problemas articulares.

Algunas personas con artritis pueden sentir más dolor en climas fríos, mientras que otras pueden sentir más dolor en climas cálidos y húmedos. El frío puede hacer que los músculos se contraigan y se tensen, lo que puede aumentar el dolor en las articulaciones. El calor, por otro lado, puede aumentar la inflamación.

También está la humedad, que podría intensificar la sensación de rigidez y malestar en algunas personas. Y, por si fuera poco, los cambios bruscos de temperatura desafían la capacidad del cuerpo para adaptarse, lo que podría agravar los síntomas.

Un sensor imperfecto

La idea de que las articulaciones pueden predecir el cambio de tiempo tiene algo de cierto, pero no es una regla universal. Cada persona reacciona de manera distinta según su sensibilidad, la condición de sus articulaciones y otros factores individuales. La ciencia aún no ha llegado a una conclusión definitiva, pero sí sugiere que algunos cambios meteorológicos pueden influir en el dolor articular.

Los dolores en las articulaciones no son un indicador directo de la lluvia en sí, sino de cambios en variables atmosféricas como la presión barométrica, la temperatura y la humedad.

Para quienes padecen enfermedades articulares, los cambios en la presión y la temperatura podrían servir como una especie de "alarma natural" de que se avecina un cambio de tiempo. Eso sí, no reemplazan a un meteorólogo. Así que, si te duelen las rodillas y ves el cielo despejado, mejor chequeá el pronóstico antes de cancelar ese picnic. ¡Las articulaciones pueden equivocarse!