Se detectó el contagio accidental de la proteína asociada al alzhéimer a través de un tratamiento médico
Algunas personas podrían haber contraído Alzheimer años después de haber recibido inyecciones de hormona de crecimiento, según un estudio. Esta es la primera evidencia de que la enfermedad podría “contagiarse”.
Un reciente estudio realizado en Reino Unido sugiere que las inyecciones de hormona de crecimiento podrían haber desencadenado el Alzheimer en ciertos individuos. Investigadores señalan que han encontrado más evidencia respaldando la controvertida hipótesis de que unas proteínas asociadas con la enfermedad de Alzheimer podrían transmitirse entre personas mediante ciertos procedimientos quirúrgicos.
En los últimos diez años, un equipo de científicos examinó a personas en el Reino Unido que recibieron hormona de crecimiento extraída de las glándulas pituitarias de cadáveres durante la infancia, para tratar afecciones como la baja estatura. La investigación reveló que, décadas después, al menos 5 de estos individuos presentaron signos de demencia temprana.
Los síntomas, como problemas de memoria y lenguaje, fueron diagnosticados clínicamente y en algunos casos, acompañados de placas de la proteína amiloide-β en el cerebro, característica distintiva del Alzheimer. Los autores sugieren que esta proteína, presente en las preparaciones hormonales, podría haber sido "sembrada" en el cerebro, causando daño.
Hormona contaminada
En 2015 se descubrieron depósitos de β-amiloide en el cerebro de cuatro personas fallecidas que habían sido tratadas con la hormona del crecimiento. Luego de unos análisis se descubrió que la hormona del crecimiento c-hGH, extraída de glándulas pituitarias (cerebrales) de cadáveres y utilizada entre 1959 y 1985 para tratar problemas de estatura en menores de edad, estaba contaminada con la proteína beta amiloide.
Su acumulación en el cerebro es la responsable del desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. La hormona se llegó a administrar a 1.848 niñas y niños del Reino Unido.
Durante el período comprendido entre 2017 y 2018, se examinaron estas muestras, identificando la presencia de beta amiloide, las cuales fueron posteriormente administradas a ratones. El resultado reveló que los animales de laboratorio manifestaron el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. A raíz de este hallazgo, los investigadores comenzaron a sospechar que individuos expuestos a esta hormona del crecimiento podrían haber experimentado el desarrollo de la enfermedad con el tiempo.
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El informe detalla ocho casos, donde cinco pacientes experimentaron síntomas de demencia entre los 38 y los 55 años, y en la actualidad, ya sea padecen de Alzheimer o cumplen con todos los criterios de diagnóstico. En los tres casos restantes, uno de ellos mostraba un deterioro cognitivo leve.
Esta aparición inusualmente temprana de los síntomas indica una progresión atípica de la enfermedad, desvinculada del envejecimiento o de variantes genéticas heredadas. Por esta razón, los autores destacan la imperiosa necesidad de adoptar precauciones extremas para prevenir la transmisión accidental del Alzheimer durante procedimientos médicos.
El neurocirujano John Collinge, afiliado al University College de Londres y uno de los autores del estudio recalca que no hay que alarmarse por contagios: "No hay ningún indicio de que la enfermedad de Alzheimer pueda transmitirse entre personas durante las actividades de la vida diaria o de la atención médica rutinaria. Los pacientes que hemos descrito recibieron un tratamiento médico específico que se interrumpió en 1985".
La Sociedad Británica de Neurociencia, también asegura que los resultados no deben ser motivo de preocupación para el público en general, ya que la transmisión de la enfermedad en estas circunstancias específicas ocurrió hace más de 40 años y mediante una técnica que ya no se utiliza
Referencia de la noticia:
Gargi Banerjee, Simon F. Farmer, et. al. “Iatrogenic Alzheimer’s disease in recipients of cadaveric pituitary-derived growth hormone”, Nature Medicine.