Sequía y calor están reduciendo la capacidad de absorción de carbono por parte de los bosques
Recientes estudios proporcionan nuevos conocimientos sobre esta relación observada durante la grave sequía y ola de calor del año 2022 en gran parte de Europa. La renovación de la gestión forestal es clave.
Los eventos climáticos extremos, como las sequías y las olas de calor, son perjudiciales para la sociedad y para el funcionamiento de los ecosistemas terrestres. Como consecuencia se ve afectada la producción de alimentos, la salud humana y los recursos energéticos.
Si bien las sequías han ocurrido durante siglos, Europa ha experimentado recientemente una incidencia elevada de estos eventos extremos y las proyecciones muestran un incremento de ellas con el calentamiento global.
El estudio, publicado recientemente en la revista científica Nature Communications, señala que esto es preocupante, porque la sequía y el calor amenazan la absorción de carbono de los ecosistemas que actualmente mitigan los aumentos de las concentraciones de CO2 atmosférico, al compensar un tercio de las emisiones antropogénicas de combustibles fósiles.
Para otorgar respuestas concretas, otro estudio publicado en la misma revista científica, aprovechó los datos disponibles para mostrar que la grave sequía (intensa y prolongada) y la ola de calor del año 2022 redujeron la absorción de carbono forestal a escala local, regional y continental.
Las sequías y las olas de calor a gran escala se producen a partir de patrones de alta presión en la circulación atmosférica que inhiben la formación de nubes y las precipitaciones, aumentando la energía disponible en la superficie terrestre. La mejora de la retroalimentación tierra-atmósfera exacerba aún más las condiciones extremadamente secas y cálidas a medida que se reduce el agua transpirada por las plantas y evaporada de los suelos. Por lo tanto, el enfriamiento se vuelve menos eficiente y una mayor parte de la energía disponible calienta el aire.
Recomendaciones para la gestión forestal a nivel nacional e internacional
Se sugiere que los gobiernos consideren los graves impactos de la sequía en el sumidero de carbono forestal para alcanzar los objetivos de emisiones neta cero. Además de reducir la deforestación, países tropicales como Brasil e Indonesia están planeando cambios sustanciales en el uso de la tierra para compensar las emisiones de gases efecto invernadero (GEI). "En Europa, la superficie forestal lleva décadas aumentando (10% durante el período 1990-2020) y el cambio de uso de la tierra representa el 1% del objetivo de reducción para 2030", señala el estudio.
Para garantizar la resiliencia del sumidero de carbono forestal, las mejoras de las prácticas de gestión actuales deben incluir cambios hacia mezclas de especies que se adapten mejor a las condiciones climáticas futuras, preservando al mismo tiempo las especies locales y la biodiversidad.
Es necesario que las estrategias de gestión forestal, en un clima cambiante, combinen enfoques de adaptación y mitigación para permitir un almacenamiento resiliente de cabono. Si se implementa adecuadamente, esto podría garantizar el cumplimiento del objetivo cero emisiones netas y hacer que los futuros bosques sean más resilientes ante eventos extremos, como la sequía y el calor de 2022.
Si bien aún se investigan los impactos del evento de 2022, Europa está sufriendo un año más de temperaturas extremas y sequía en 2023. Después de un invierno cálido y seco, la Península Ibérica, el sur de Francia y el noroeste de Italia se vieron afectados por una grave sequía a fines de la primavera. Luego surgieron condiciones de sequía en gran parte del norte, centro y este de Europa durante junio y julio, mientras que se observaron temperaturas récord junto con una grave ola de calor que alcanzó su punto máximo hacia finales de julio.
Finalmente, la reducción de la absorción de carbono forestal durante la sequía y el calor de 2022 podría dejar de ser excepcional en un clima más cálido, lo que revela la vulnerabilidad del sumidero de carbono forestal ante tales escenarios climáticos.
Si bien podría ser demasiado pronto para designar estas condiciones como "nueva normalidad", hay evidencia clara de que estos eventos han ido aumentando en frecuencia e intensidad en gran parte de Europa. Cada vez es más evidente que la sequía y las olas de calor recurrentes desafían los objetivos de cero emisiones netas de los gobiernos que dependen de la silvicultura, y que la gestión forestal debe adaptarse para retener el sumidero de carbono en los bosques nativos.